La planta medicinal que crece en África
Apostada en la computadora y entre llamada y llamada telefónica, Teresa busca un receso. Desentumece los músculos y regira el cajón de la oficina hasta alcanzar un colorido sobrecito de té. Se dirige con él hacia el calentador de agua caliente y vierte su contenido en una taza blanca.
No es una infusión cualquiera. No. Sino la versión occidentalizada de la moringa, la planta medicinal de propiedades antibióticas, que combate la tensión baja y cura espasmos e inflamaciones. Suplemento alimenticio, antioxidante e infinidad de ventajas más.
“El árbol de la vida” o “el de las maravillas”, rememora Teresa de su pasada vida en Konso (Etiopía) mientras degusta su té ensimismada, un ejercicio que repetía diariamente en su anterior vida africana.
En esta localidad del sur de la antigua Abisinia y Patrimonio de la Humanidad, generaciones y generaciones tienen por costumbre (todavía a día de hoy) el consumo de las hojas del árbol de moringa para enriquecer y equilibrar una dieta escasa.
Aunque de origen asiático, la moringa crece también en las tierras del vecino continente, concretamente en la citada Etiopía, Kenia y Somalia. Piensa Teresa en voz alta y cuenta entre susurros que “las hojas frescas de moringa tienen 4 veces más vitamina A que la zanahoria, 7 veces más vitamina C que las naranjas, 4 veces más calcio que la leche, 3 veces más potasio que los plátanos, entre 3 y 4 veces más hierro que las espinacas, el doble de proteína que un yogur”. No suena nada mal, ¿verdad?
De la moringa no solo se consumen las hojas. Su raíz también, ya que tiene mucha capacidad de retención de agua. El árbol crece en un clima en el que llueve de forma torrencial y desequilibrada varias veces al año. “La moringa es la única planta verde que se divisa en el paisaje de Konso”, prosigue Teresa “y es utilizada para producir sombra a otros cultivos como el café”.
Acercándose a un compañero, Teresa sigue con la diatriba de su experiencia con la moringa: “He estado varias veces en Konso realizando proyectos teatrales con niños en edad escolar y recuerdo que me contaban que en esta sociedad se tienen que tener varios árboles de moringa para casarse. Me explicaron que se considera el sustento básico de una casa. En la sociedad Konso, la poligamia está permitida, pero parece ser que depende la capacidad de mantener una familia y eso pasa por poseer un cierto número de árboles de moringa, ¡o por lo menos así me lo contaban los niños!”.
“Ojalá tuviéramos aquí moringa” acaba su discurso mientras regresa a su asiento. Con Etiopía en la retina , vuelve a concentrarse en el trabajo. Hasta la próxima taza o alguien le diga “¿Hacemos una moringa?”.
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