En una ciudad africana nunca sabes lo que te puedes encontrar. Salir a caminar por cualquier gran urbe en este continente es, cuanto menos, un reto para los cinco sentidos. Pitidos por aquí, olores por allá, el vendedor que llama tu atención en el mercado, el aroma de esa comida que no sabes bien cómo definir y, de repente, los hombres más elegantes del mundo. O así se consideran a sí mismos, al menos. Trajes de Gucci, gafas de Dolce & Gabbana o sombreros parisinos de Ralph Lauren. Si has estado en Brazzaville o en Kinshasa sabrás de lo que hablamos. O, mejor dicho, de quiénes hablamos.
Los sapeurs visten con la elegancia de quien se pasea por una película ambientada en las ciudades europeas más chic de los años XX. Los seguidores de este movimiento urbano pertenecen a la SAPE, que traducido del francés quiere decir, literalmente: “Sociedad de ambientadores (o creadores de ambiente) y personas elegantes”.
Vestidos con trajes a los que no les falta ni el último detalle, los sapeurs caminan como dandis por las ciudades africanas de República Democrática del Congo y República del Congo, cada una de ellas a una orilla del río que da nombre a ambos países. Su mirada, tras grandes gafas de marcas de lujo; su característica forma de andar y su manera de comportarse se transforman cuando se colocan sus trajes.
Recorren las calles con atuendos amarillos, rosas o verdes chillones que contrastan con las aceras de arena y los edificios de cemento de estas urbes africanas. Una paradoja fantástica. Pero, ¿de dónde surge este movimiento? En la época colonial los franceses utilizaban estos atuendos como moneda de cambio para conseguir la lealtad de los empleados.
Desde entonces, estos empezaron a llevarlos de forma habitual y a imitar el comportamiento de los colonos. Algunos textos atribuyen esta tendencia a los propios soldados congoleños a su vuelta de la Segunda Guerra Mundial. Según esta otra tesis, cuando volvieron de luchar con los franceses en el bando aliado, trajeron consigo elegantes trajes que lucían en fiestas exclusivas donde recreaban la elegancia parisina. Así, la cultura de la elegancia y las marcas de lujo se establecieron en dos de los territorios más pobres del mundo creando un distinguido club de hombres elegantes. Con el paso del tiempo y la evolución de la sociedad, también las mujeres forman parte de esta selecta cultura: las
sapeusas.
Pertenecer a la SAPE requiere cumplir con estrictas normas de comportamiento, además de vestimenta, como el rechazo a la violencia y la lucha, el respeto o el honor.
Aunque ahora pertenecen a una subcultura cultura respetada y admirada a nivel internacional, no siempre han tenido este beneplácito social. Hubo una época en la que fueron acusados de seguir sometiéndose al pasado colonial y rechazados por la sociedad e incluso las instituciones. Cruzarte con sapeurs y sapeusas caminando por las calles de Brazzaville o Kinshasa es una experiencia fantástica. Es un desfile de extravagancia con tintes de reacción social y desafío a lo establecido. Una cultura inspiradora que invita a la paz donde quedan todavía demasiados reductos de guerra.
Dejar un comentario