Conocidos como los señores del desierto del Danakil, los afar se encuentran repartidos a lo largo de Etiopía, Djibouti y la costa sur de Eritrea. Una de las etnias cusita más conocidas del cuerno de África.
Mayoritariamente musulmana suní, la sociedad afar se encuentra dividida en dos grandes grupos sociales: los asaimara y los adoimara. Los primeros son apodados los rojos y representan a la clase política dominante mientras que los segundos agrupan a la clase trabajadora.
Conocidos por ser diestros en el manejo de sus dagas curvadas llamadas jile, los afar dedican su vida a la cría de cabras, ovejas y camellos y a la extracción de sal en el desierto del Danakil. Uno de los desiertos más hostiles del planeta, en el que las temperaturas superiores a los 50 grados hacen prácticamente imposible el desarrollo de la vida humana.

De aspecto profundamente belicoso, sus tatuajes faciales, sus trenzas y sus dientes afilados a cuchillo, dan buena cuenta del carácter con el que históricamente se resistieron ante las fuerzas italianas durante 30 años. Sin embargo, a día de hoy no han sido sus gestas guerreras las que les han valido la fama sino haber dejado un sello imborrable en la historia de la Antropología universal.
En 1974 un equipo de antropólogos encontró en territorio afar el esqueleto de un ser humano fallecido hace más de 3 millones de años. El cuerpo de una pequeña mujer, hoy conocida internacionalmente como Lucy, inauguró el hallazgo del Australopithecus Afarensis. Una especie de ser humano con rasgos faciales de primate, que ya caminaba erguida sobre dos piernas y que recibió un nombre que alberga el término afar en su ADN.
Los afar, señores del desierto del Dankil. Pastores nómadas en la cuna de la humanidad.