Con un censo estimado de unas 40.000 personas, los mucubal son el pueblo seminómada de origen bantú más numeroso de Angola. Se cree que llegaron hasta el desierto de Namibe tras una larga migración desde la Región de los Grandes Lagos durante el siglo XVI.
Habitan fundamentalmente en el suroeste del país. Concretamente en un territorio que abarca las costas de Sierra de Chela, el desierto de Namibe y la región de Chiange. Un lugar con una climatología tan calurosa que les obliga a vivir en constante movimiento, en una incesante búsqueda de fuentes de agua que les permita sobrevivir tanto a ellos como a su ganado.
Dicen que el hábito hace al monje y parece ser que en este caso se cumple al dedillo. Si algo les ha aportado su vida nómada, es la fama de su gran resistencia para caminar largas distancias. En su día a día, llegan a recorrer junto a su ganado hasta 80 kilómetros bajo un sol abrasador. Son unos verdaderos atletas.
La recolección de frutos salvajes y los lácteos que producen dentro de su actividad ganadera son la base de su alimentación. La carne ocupa un papel residual en su dieta ya que para este pueblo el ganado representa mucho más que una fuente de alimento. Para ellos el toro es un animal sagrado al que adorar, la base de su estatus social, con cuyas pieles fabrican las camas y con cuyo estiércol construyen sus hogares y los ataúdes en los que entierran a sus difuntos.
Resulta inconfundible identificar a un mucubal. Las pulseras, collares y turbantes con los que se visten las mujeres y los variopintos peinados de los hombres delatan su presencia. La de unos ganaderos de espíritu guerrero aferrados a una cultura que se niega a desaparecer. Porque para ellos es un símbolo de pureza.
Las tareas relacionadas con la ganadería quedan reservadas para los hombres mientras que el cultivo del mijo, el maíz y el sorgo es una labor destinada a la mujer. La estructura social de los mucubal está construida en base a la poligamia. Cada hombre se casa con varias mujeres y tiene la obligación de construir un hogar para cada una de ellas. Cuando fallezca serán únicamente sus sobrinos, los hijos de su hermana, quienes heredarán sus bienes. Es la forma de asegurarse que el patrimonio familiar pasará a manos de aquellas personas que son sangre de su sangre.
Paradójica es la historia de aquellos cuyo origen procede de una región bañada por las aguas de los grandes lagos y a quienes el destino les ha condenado finalmente a vagar por el desierto. Acompañados de sus toros y vacas, siempre en busca de la fuente de la vida, en lugares remotos, donde todavía existe un refugio para su cultura.