Los Acholi viven en el norte de Uganda, en los distritos de Kitgum, Pader y Gulu y son hablantes de lenguas nilóticas occidentales y son tradicionalmente agricultores.
Los Acholi han jugado un papel fundamental en la etapa histórica posterior a la independencia de Uganda. Milton Obote, el líder del movimiento, contó en gran medida con el apoyo en el gobierno de los hablantes de Luo, Acholi y Langi. También el general Okello Lutwa, que derrocó al régimen Obote II era un Acholi.
Cuando Idi Amin, el dictador ugandés, derrocó a Obote y también cuando Yoweri Museveni derrocó a Okello, los Acholi pagaron muy cara por su lealtad a estos. Un ejemplo de ello, es que durante el brutal régimen de Amin, en el que estima que murieron unas 300.000 personas, la gran mayoría eran Acholi. También cuando Museveni llegó al poder, con el Ejército de Resistencia (ANR) en el mando en el año 1986, se sabe que hubo asesinatos, venganzas y saqueos de ganado en el norte del país que padecieron los Acholi.
En 1986, se inició el carismático Movimiento del Espíritu Santo de Alice Lakwena que organizaba una insurgencia en la región Acholi. Esto es algo que ha seguido vivo desde entonces. De este movimiento nació el famoso Ejército de Resistencia del Señor (LRA), que estaba dirigido por Joseph Kony (de la etnia Acholi). Los objetivos políticos que declaraban eran los de gobernar Uganda de acuerdo con los Diez Mandamientos Bíblicos. La milicia secuestró a unos 25.000 niños a lo largo de años, obligándolos a cometer auténticas atrocidades a la población civil. En respuesta a todo esto, el gobierno de Museveni confinó en campamentos a casi dos millones de civiles donde teóricamente debían ser protegidos por el ejército ugandés. Sin embargo, la realidad es que estos miserables campamentos eran objetivo de los ataques del LRA y del ejército nacional por igual. El LRA recibió gran parte de su apoyo financiero, militar y logístico del gobierno de Jartum en Sudán.
En 2005, se firmaría un Acuerdo de Paz en Sudán y el gobierno exrebelde se estableció en Sudán del Sur (actualmente territorio independiente) en el que el LRA funciona libremente. En 2005, el tribunal de la Haya emitió órdenes de arresto contra Joseph Kony y otros altos comandantes del LRA. Ambos hechos han contribuido a que el ERS abandonara las armas. Las negociaciones de paz para poner fin a la rebelión continuaron y la seguridad en el Norte del país mejoró durante el 2007. La guerra civil se cobró muchas vidas y los medios de medios de subsistencia del pueblo Acholi.
En el apogeo de la insurgencia, casi dos millones de personas que vivían en los campamentos, prácticamente toda la población Acholi (un 80% de ellos) que fue desplazada y que pudo ir regresando a sus hogares sin demasiado apoyo gubernamental.
Sin embargo, una gran cantidad de Acholi siguen desplazados de las zonas rurales del norte de Uganda, como, por ejemplo, el barrio Acholi en Kampala que, aunque el conflicto ya queda lejos sigue atrapado en una situación de desplazamiento permanente. Aunque mantienen cierto sentido de comunidad y de pertenencia identitaria entre los residentes, el área se caracteriza por viviendas deficientes, mala salud ambiental y escasas oportunidades de medios de vida.
El largo conflicto en el Norte y los campamentos de desplazados durante más de 20 años, hicieron que muchos Acholi fueron desplazados de sus tierras por largos períodos, además de que muchos fueron asesinados o desaparecieron.
Cuando los campamentos se disolvieron y los Acholi empezaron a regresar a sus tierras, las reglas habituales para la tenencia de la tierra no tenía en algunos casos las respuestas a algunos problemas que enfrentaban los Acholi: los hombres habían perdido a sus padres, a quienes se les otorgaría tierras, los niños no sabían dónde estaba la tierra de su clan, las mujeres estaban “casadas” con los hombres sin seguir las reglas habituales para el matrimonio debido a la falta de recursos, y las mujeres quedaron viudas quedándose con pocas opciones de supervivencia.
En ese contexto, los derechos territoriales de las personas más desfavorecidas (viudas, discapacitados, ancianos etc.) no estaban asegurados. Como resultado, muchas mujeres Acholi viudas no han podido acceder a sus tierras al regresar a sus hogares. Las costumbres pueden reforzar las justificaciones sociales de los derechos territoriales desiguales para hombres y mujeres. Por ejemplo, entre los Acholi, los esposos pagan el precio de una novia a los padres de sus esposas, y este pago respalda la creencia tradicional de que las mujeres son la «propiedad» del esposo, ya que se hizo un pago por ella. Esta creencia subyace a la regla de tenencia de la tierra que prohíbe a las mujeres tener derechos a la tierra independientemente de sus relaciones.