“Los viajes son así, mi querido amigo, sabemos de su propósito apenas después de regresar de ellos”, dice el escritor mozambiqueño Mia Couto en O mapeador de ausências (Caminho 2020). Lo mismo nos ha sucedido a nosotros en el Gabinete de Historia Natural de Madrid. Solo ahora, al final de este primer curso, somos conscientes del tsunami desatado.
Teníamos un espacio mágico en el centro de Madrid. Un lugar, el Gabinete, que cuando traspasas su puerta te transporta a otros mundos. Teníamos un sueño. Teníamos la necesidad de crear un firmamento donde poder habla de África rompiendo los tópicos que la rodean. Teníamos miedo al no saber si nuestra propuesta sería acogida. Pero nos lanzamos.
A finales de noviembre de 2021 se inauguraron los Encuentros de Rift. Una serie de conversatorios mensuales con personas que conocen África en profundidad. Mujeres y hombres que podían retar nuestras ideas y concepciones preconcebidas de un continente inabarcable.

A pesar de los muchos caminos recorridos en África, nos cuesta asimilar que se trata de un continente en profunda transformación. Siempre en movimiento. Sí, nos gusta imaginar África como una postal en blanco y negro. Inmovible. Una foto fija que no ha cambiado a lo largo de los años. Que sigue siendo como el Kenia de Meryl Streep y Robert Redford en Memorias de África, la adaptación cinematográfica de la obra de Karen Blixen. La baronesa que tenía una granja a los pies de las colinas Ngong y que ha dado nombre a uno de los barrios residenciales de Nairobi, Karen. Allí se puede visitar la casa de la cultivadora de café que utilizaba a ‘sus kikuyos’, los mismos que habían sido expulsados de sus tierras, para que la colona blanca pudiera tener su plantación, como mano de obra barata, sino esclava. Y se consideraba buena por darles trabajo y crear una escuela para sus hijos.
Ngungi wa Thiong’o, el gran pensador keniano, ha escrito mucho sobre Blixen por el retrato racista que su obra hace de los africanos. Según él: “Ella amaba a los africanos de la misma manera que amas a una mascota. Los seres humanos quieren a las mascotas siempre y cuando estas sigan siendo mascotas. Así es como ella quería a los africanos”. Y quizás, también a nosotros nos siguen gustando los africanos siempre y cuando nos acojan en sus aldeas con danzas tribales, nos inviten a bodas y ceremonias ancestrales, nos muestren sus escarificaciones, nos reciban en taparrabos o los niños nos acompañen a todas partes agarrados a nuestras manos.

Pero si el africano es un científico, una mujer empresaria, un ciberactivista, una universitaria, un joven con un teléfono móvil de última generación… Ya no queremos inmortalizarlo en nuestras espectaculares fotografías con las que nos empeñamos en demostrar a amigos y conocidos que hemos pisado la más profundo del continente. Nos parece que eso no es África.
Y es que el legado de Karen Blixen sigue muy vivo y no exclusivamente en los salones de su antigua morada reconvertida en cafetería donde se puede saborear un té, sino también en la concepción de África que tenemos grabada en nuestro cerebro. Por cierto, el té lo toman los turistas. La mayoría de los kenianos ni siquiera sabe que existe ese lugar.
En los Encuentros de Rift, cada mes se ha regalado a los asistentes la oportunidad de abrir la mente y el corazón a nuevas realidades. Aunque nos duela asimilarlo, en África ya no quedan lugares nunca tocados por “el hombre blanco”, a pesar de que algunas agencias de viajes se empeñen en vender ese tipo de aventuras. El África del siglo XXI es eminentemente urbana, joven, femenina y preñada de innovación y emprendimiento, por mucho que nos cueste creerlo.

Gracias a personas como Justo Bolekia, Sonia Mankongo o Youssoupha Sock hemos podido aprender sobre las esperanzas de su juventud, la fuerza de sus mujeres, la energía creadora de sus artistas, el proceso de urbanización o por qué cada vez son más los que desean quedarse en el continente en vez de migrar. Dj Floro nos descubrió ritmos africanos. Nicolás de la Carrera, Ramón Lobo o Pepe Naranjo nos abrieron a la realidad del continente, a sus cambios, a sus problemas. Y para concluir el curso, una última sesión con algunos de los amigos de Rift para explorar el tema del viaje: qué es, qué nos aporta, cómo nos transforma.
Tras este primer curso, hacemos un paréntesis de dos meses para reemprender el camino en septiembre. Ahora ya sabemos de donde venimos, qué es lo que queremos, y eso es importante para continuar caminando. Porque como bien dice el refrán, si no sabes de dónde vienes, cómo vas a saber a dónde vas. Sí, sabemos hacia donde nos encaminamos. Queremos seguir profundizando en el conocimiento de un continente que es ilimitado y que no deja de hacer trizas nuestras percepciones de él. Tenemos ya seleccionada una pléyade de grandes conocedores de África que nos acompañarán el próximo curso y nos guiarán por los caminos del continente.

Y queremos seguir compartiendo con tantos amigos y amigas que poco a poco se han sumado a esta iniciativa y aportan sus propias experiencias desde el amor y el conocimiento de África. La mayoría de las veces, el compartir se prolonga en alguno de los muchos bares que sitian al Gabinete. Nada mejor que una cerveza Mahou para contrastar experiencias, contar anécdotas y soñar proyectos en común.
Detrás de esta iniciativa se encuentra Rift Valley Expeditions que abre las puertas del Gabinete de Historia Natural y acoge a todos los amigos que mes tras mes se acercan hasta él.
También es imprescindible la colaboración de Be Wild Be Proud, una asociación de jóvenes que utilizan el viaje como herramienta de cambio social. Pero que también hacen posible que los Encuentros de Rift se organicen encargándose de la logística y los aspectos técnicos.
Sí, a partir de septiembre mucho más.

Pedro Delojo dice
Magnífica descripción del África actual sin olvidarnos del África tradicional que aún se conserva en muchos rincones del continente
Mauri Hernández dice
¡Muchas gracias, Pedro! Nos alegramos mucho de que te haya gustado el post.